Somos personas, somos consumidores. Trabajamos, montamos empresas. Nos han enseñado, ya en los institutos, que hay que ganar dinero, obtener beneficios. Economía, emprendimiento, actividad empresarial, modelos de negocio y cosas así estudian los alumnos y alumnas de enseñanzas medias. Como si salir a buscar trabajo cada día y aceptar contratos temporales, a tiempo parcial, o de temporada, siempre en condiciones de precariedad laboral, no fuera suficiente emprendimiento. Como si ser asalariado fuera mucho menos que aceptar esa misma precariedad como autónomo, o como falso autónomo, en esas economías que llaman de plataforma. Nos han enseñado que hay algo que se llama responsabilidad social corporativa, que nos obliga a detectar si aquello que producimos puede causar algún tipo de mal para la salud, o la vida de los consumidores. Ante situaciones así hay que elegir entre defender a las personas, o defender el negocio a toda costa. Defender a los consumidores,
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